Las investigaciones sobre el vínculo y la teoría del apego y aquellas en neuropsicología realizadas en base a la neuroimagen dejan bien clara la importancia de las interacciones de cali dad entre el bebé y su madre como promotoras del desarrollo del SNC. Por esta vía, son asimismo promotoras del desarrollo intelectual, emocional y social. La calidad de las interacciones y por tanto su destino, depende del tipo de crianza que los padres ofrecen a su bebé, que a su vez depende en buena medida de la organización social y del tipo de “conciliación” que los padres establezcan entre el cuidado del bebé y su trabajo. Los cambios sociales de las últimas décadas han conducido a que los bebés asistan desde demasiado pronto y demasiadas horas a instituciones que se ocupan de su crianza. Esta “institucionalización”, en contradicción total con lo que las investigaciones citadas nos enseñan, altera el carácter de las interacciones a veces con graves perjuicios para la evolución del niño. Estos cambios se aprecian en la clínica. Sería importante investigar la relación entre los cambios en la psicopatología y la modifi cación de los sistemas crianza. Otro aspecto relacionado es el aumento alarmante de la prescripción de psicofármacos, que pretende sustituir la contención de calidad que sería una buena crianza, por una “contención” química. Hasta ahora, la aportación de los políticos a la “conciliación” ha sido la creación de nuevas plazas de guardería para institucionalizar a más bebés y la propaganda antieducativa de que más asistencia a institución aporta mejores resultados académicos en el futuro, cosa que el informe PISA demuestra que es falsa. Creemos que ya sería hora de que se ayudara a los padres a una conciliación real entre trabajo y crianza. Consistiría en ofrecer ayudas económicas o de reducción de jornada a aquellos padres que desearan ocuparse personalmente de sus hijos, con conservación de sus puestos de trabajo y sueldo, y con reciclaje gratuito para las madres cuando se reincorporaran a su puesto laboral.